Mil puntos de luz
… andad como hijos de luz (v. 8).
El Cañón Dismals, en Alabama, Estados Unidos, atrae a muchos turistas todos los años; especialmente en mayo y junio cuando las larvas eclosionan y se convierten en luciérnagas. De noche, la luz azul brillante que irradian miles de ellas juntas crea un destello impresionante.
En cierto modo, Pablo describe a los creyentes en Cristo como luciérnagas, al decir: «en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor» (Efesios 5:8). Pero a veces nos preguntamos cómo «esta lucecita mía» puede hacer una diferencia. El apóstol sugiere que no es una acción individual. Nos llama «hijos de luz» (v. 8) y señala que «[participamos] de la herencia de los santos en luz» (Colosenses 1:12). Ser luz en el mundo es un esfuerzo colectivo; la obra del cuerpo de Cristo, la Iglesia. Y lo reafirma con la imagen de nuestra adoración juntos, «hablando entre [nosotros] con salmos, con himnos y cánticos espirituales» (Efesios 5:19).
Cuando nos desanimamos, pensando que el testimonio de nuestra vida es tan solo un pequeño punto en medio de una cultura totalmente oscura, podemos aferrarnos a la Biblia. No estamos solos. Juntos, con la guía de Dios, somos una luz brillante que hace la diferencia. Una gran congregación de luciérnagas podría generar un gran interés.
De: Kenneth Petersen